El carnicero de Rostov

Andrei Romanovich Chikatilo
Fuente: Departamento de Policia de Rostov

Fue posiblemente el peor asesino en serie de la Unión Soviética. Su actividad criminal lo llevó a realizar al menos 53 asesinatos. Conocido como el "carnicero de Rostov", vivía una doble vida. Hombre casado, trabajador y miembro de la sociedad comunista del momento, tenía un terrible lado oscuro.


Vivió en Rostov del Don, una ciudad a unos 800 km de Moscú, donde desarrolló de forma principal su actividad criminal. Actuaba en estaciones de ferrocarril y autobuses. Tenía propensión al destripamiento, la mutilación, el canibalismo y el sadismo. Después de doce años de actuar impunemente, fue descubierto en 1990.

En una ocasión estuvo detenido y al realizar la comparación de su semen con la sancgre encontrada en una víctima, esta no coincidió (puede darse esa posibilidad). Una vez libre, continuó de nuevo con sus crímenes.
Sin embargo los investigadores tenían la certeza de que era la persona que buscaban, y fue detectado saliendo de un bosque cerca de una estación, lo que confirmó las sospechas de la policía.

Nació en Ucrania, el 16 de octubre de 1936, en una pequeña aldea en tiempos de hambruna, cuando morían millones de personas cuyos cadáveres se amontonan en las calles y campos. Lo más cruel para el pequeño Andrei y su hermana era escuchar el relato de su madre de como su hermano mayo había sido raptado y devorado. Este hecho marcaría notablemente al niño, aunque no existe ningún documento que corrobore el nacimiento o muerte de Stepan, que su madre hacia sonar com verídica a los ojos del niño.

En la escuela fue un niño muy introvertido, incapaz de aceptar su miopía (sus primeras gafas las tuvo a los treinta años), y hasta los doce se orinó en la cama. Siempre humillado por los otros compañeros, él se limitaba a escuchar y a aguantar.

A medida que iba creciendo, se iba haciendo más tímido con las mujeres. hasta el punto de hacer fracasar su primer intento sexual, por eyacular en pocos segundos mientras abrazaba una chica. De ahí surgieron los primeros rumores de su impotencia.

Como todos los ciudadanos soviéticos sirvió en el ejército y luego se dedicó a los estudios, obteniendo tres títulos: en lengua y literatura rusa, en ingeniería y en marxismo-leninismo. En 1971 se graduó como maestro. Sentía una creciente atracción por las menores de doce años, y se colaba en los dormitorios para verlas en ropa interior mientras se masturbaba con la mano dentro del bolsillo.

A pesar de su problema, pudo encontrar una esposa, y aunque era incapaz de mantener una erección, sí podía eyacular. Logró alcanzar en ocasiones la suficiente erección para dejar embarazada a su esposa, aunque no dejaba de pensar que la naturaleza lo había castigado con la castración. Era un marido de carácter estable y trabajador. Un padre que nunca levantaba la voz ante los hijos. Un respetado miembro del partido comunista que leía los periódicos y se mantenía al corriente de la actualidad.

En la escuela en la que trabajaba, sus alumnos se reían de él, le apodaban "el ganso", porque sus largos hombros encorvados hacían que su cuello pareciese alargado, y  lo tenían por tonto. Él no hacía nada por remediarlo. Comenzarón a apodarle "afeminado", y le pegaban arrojándole una manta por encima o le sacaban de las aulas a patadas. Después de cierto tiempo, desarrolló tanto miedo a los chicos que empezó a llevar un cuchillo a su trabajo.

El 22 de diciembre de 1978, Chikatilo mató por primera vez a la edad de 42 años. Abordó en la calle a una niña de nueve años de edad y la convenció para que se fuera con él a una cabaña que poseía en las afueras de la ciudad. Sabía como hablar a los niños, él mismo había sido maestro y tenía dos hijos. Una vez allí, la desvistió con violencia. Accidentalmente, le hizo un rasguño del que brotó sangre, hecho que le propició una erección inmediata. Estableció así un vínculo fatal entre sangre y sexo. Luego, sacó un cuchillo y se lo clavó a la niña en el estómago. Con cada puñalada notaba que se acercaba más al orgasmo, por lo que no cesó de hacerlo hasta la eyaculación.

Su flacidez y las burlas de las mujeres que se lo recordaban a cada momento, era más de lo que podía soportar. También se dio cuenta de que su placer no consistía en acariciar los genitales ajenos, sino en maltratarlos.

Dos días después de este crimen, la policía encontró los restos de la niña en el río Grushovka, y cerca de la cabaña de Chikatilo una gran mancha de sangre. Los policías interrogaron al hombre, pero acabaron inculpando a otro agresor sexual, Alexander Kravchenko.

Era el típico marido sumiso y asexual. Hacía todo lo que su mujer le ordenaba. Ella solía desear los placeres del lecho con más frecuencia que él, y eso les llevaba a frecuentes discusiones, a que ella le recordase en todo momento lo taciturno e inerte que era. La acusación de haber molestado sexualmente a sus estudiantes le costó el trabajo, pero consiguió uno nuevo en una fábrica en el que tenía que estar viajando constantemente. Este constante movimiento le ayudó a escoger a sus nuevas víctimas.

Tres años pasarían antes de que Chikatilo asesinara por segunda vez. El 3 de septiembre de 1981 asaltó a su segunda víctima, llamada Larisa Tkachenko, prostituta de 17 años de edad. La convenció de ir con él al bosque para tener relaciones sexuales. Pero falló en el intento, por lo que ella se rió de él. Esto le enfureció, perdió el control, y estranguló a la mujer y eyaculó sobre su cadáver. Luego mordisqueó su garganta, le cortó los senos y en su frenesí se comió los pezones. Comenzó a lanzar aullidos mientras bailaba una danza de guerra alrededor del cuerpo. Dejó el cuerpo sin vida con un palo enterrado. En ese moneto supo que volvería a matar. Los dos primeros asesinatos de Chikatilo tuvieron cierto carácter fortuito. Es posible que, en ambos casos, sus intenciones fueran solamente de índole sexual. Los gritos de terror le excitaban, pero era el asesinato en sí lo que presentaba para él el acto sexual supremo.

Su tercera víctima fue Lyuba Biryuk. Fue raptada de una villa y fue acuchillada 40 veces en el bosque. Le mutiló los ojos, y esto se volvería algo común en sus asesinatos, la firma mortal de Chikatilo.

Chikatilo asesinó a otras tres personas ese año, y entre ellas se encontraba su primera víctima masculina, Oleg Podzhivaev de 9 años de edad. El cuerpo no se encontró, pero Chikatilo afirmó ser el responsable y que le había arrancado los genitales. La prensa estaba enloquecida con el asesino en serie. El modus operandi era siempre el mismo, sus víctimas siempre se encontraban en los bosques, con indicios de violencia y sadomasoquismo, y en ocasiones les faltaban miembros a las víctimas. Se trataba de niños, niñas y chicas jóvenes. Entre ellos había muchos escapados de casa y retrasados mentales, pues se dejaban convencer más fácilmente y agradecían su ayuda en el laberinto del sistema de transportes local, con el que no estaban familiarizados.

En 1984 asesinó a 15 personas, mientras el tiempo entre sus asesinatos iba disminuyendo el número de víctimas iba en ascenso. Chikatilo los elegía entre la multitud en estaciones ferroviarias y en paradas de autobús, y con algún pretexto, los convencía para que lo siguieran a alguna zona boscosa. Una vez allí les infrigía numerosas puñaladas (entre treinta y cincuenta). Casi todas las víctimas sufrían la mutilación de los ojos. A las adolescentes o chicas jóvenes les seccionaba los pechos o los pezones, ya fuera con sus afilados cuchillos o con los dientes. El útero era extirpado con tal precisión que todos los cirujanos de la provincia de Rosstov pasaron a ser sospechosos en potencia.

Mientras las violaba, se enfurecía tanto por llegar rápidamente al orgasmo, que les machacaba la cara a golpes. Para ocultar su impotencia, algunas veces, con la ayuda de una ramita, colocaba el semen en la vagina de la víctima. En el caso de los niños, los atacaba nada más hallarse a solas con ellos en el bosque: un golpe para aturdirlos con las manos atadas y unos golpes de cuchillo poco profundos para establecer su dominio sobre ellos. Posteriormente los mutilaba a mordiscos, les cortaba los genitales o solamente extirpaba los testículos, que guardaba a modo de trofeo. En algunas ocasiones realizaba estas amputaciones cuando la víctima se hallaba aún con vida, aunque no consciente. En ninguno de los casos se encontraron las partes del cuerpo seccionadas en las cercanías de la escena del crimen.

Además practicaba actos de canibalismo. En sus declaraciones confesaría que le gustaba tragarse las partes del cuerpo más blanditas. En 1981, se convirtió en funcionario de abastecimiento de una fábrica, y el trabajo, que le obligaba a recorrer una buena parte de la región, le proporcionaba la fachada perfecta.

El 6 de noviembre de 1990, uno de estos detectives, un sargento llamado Igor Rybakov, vió surgir del bosque un hombre con traje y corbata. Mientras observaba cómo éste se lavaba las manos en la fuente, advirtió que tenía un dedo vendado y una mejilla manchada de sangre. Le pidió los documentos y elevó un informe de rutina. Cinco días después encontraban un nuevo cadáver en ese mismo lugar el cual estimaron que llevaba muerto más o menos una semana.

El homicida tenía que haber pasado por la estación, y el culpable no podía ser otro que el sospechoso del informe de Rybakov. Lo arrestaron el 20 de noviembre, sospechoso de haber asesinado a 36 víctimas, todos ellos mujeres y niños. Su esperma, aunque no su sangre, sí era AB.

El fiscal general de la provincia de Rostov emitiría una orden de detención contra Chikatilo, efectiva a partir del 20 de noviembre de 1990. Ese mismo día fue retenido por la KGB, mientras éste con paso lento y senil decía "¿Cómo pueden hacerle esto a una persona de mi edad?". En los interrogatorios, afirmó que simplemente era un ciudadano normal, que no había cometido ningún tipo de delito, y que era objeto de una persecución absurda por parte de la policía.

El 27 de noviembre prometió que estaba dispuesto a aportar pruebas de sus crímenes si no continuaban atosigándole con los interrogatorios que le recordaban los detalles, y dos días después se derrumbó ante un psicólogo a quién acabó confesando 53 asesinatos. Posteriormente guió a los investigadores a los distintos lugares con la esperanza de que el número de muertes lo convirtiera en un "espécimen de estudio científico".

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