El Oráculo de Delfos

El oráculo de Delfos fue un gran recinto sagrado dedicado principalmente al dios Apolo, al que acudían los griegos para preguntar a los dioses sobre diversas cuestiones. El gran misterio del Oráculo de Delfos, es el enorme número de predicciones que se vieron cumplidas.

Estaba situado en Grecia, en lo que fue la antigua ciudad de Delfos (que hoy ya no existe), al pie del monte Parnaso. De las rocas de la montaña brotaban varios manantiales que formaban distintas fuentes. Una de las fuentes más conocidas desde muy antiguo era la fuente de Castalia, rodeada de un bosquecillo de laureles. La leyenda cuenta que en el monte Parnaso y cerca de esta fuente, se reunían algunas musas junto con las ninfas de las fuentes, a cantar junto al dios Apolo.

En el templo se encontraban las famosas pitias o pitonisas del Oráculo de Delfos. Se sabe que la elección de este personaje se hacía sin ninguna distinción de clases. A la candidata sólo se le pedía que su vida y sus costumbres fueran irreprochables. El nombramiento era vitalicio y se comprometía a vivir para siempre en el santuario. Durante los siglos de apogeo del oráculo fue necesario nombrar hasta tres pitonisas para poder atender con holgura las innumerables consultas que se hacían por entonces.

Los consultantes tenían una entrevista con ella unos días antes del oráculo. El oráculo se celebraba un día al mes, el día 7, que se consideraba como la fecha del nacimiento de Apolo. Los consultantes eran de todo tipo, desde grandes reyes hasta gente pobre.

En primer lugar se ofrecía un sacrificio en el altar que había delante del templo. A continuación se pagaban las tasas correspondientes y por último el consultante se presentaba ante la Pitonisa y hacia sus consultas oralmente. La pitonisa se sentaba en un trípode al fondo del templo de Apolo.

Las consultas eran grabadas en una laminilla de plomo, y la pitonisa daba las respuestas que un sacerdote escribía. Después se le entregaba al consultante.

Uno de los enigmas con el que se enfrentan los estudiosos del tema, es el gran número de aciertos que tuvo el oráculo de Delfos. La fe en él era total, incluso si se equivocaba, porque en ese caso se decía que el fallo era la interpretación de lo dicho y no el oráculo en sí.

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